2005/12/30

El cerdo, enemigo público número 1 en Montparnasse


Yo sé que a mi especie le aguarda un destino muy noble en la defensa de la libertad de Europa, pero esto, la verdad, no me lo esperaba.

La sopa, más bien olla o pote por lo espesa y sustanciosa, se prepara con panceta ahumada, oreja, manitas y rabo de cerdo, cebollas, zanahorias, nabos, patatas, puerros, apio y sal gorda; todo hervido despacito, con cariño. Se sirve en tazón, con servilleta de papel, ración de pan y vaso de vino; de postre, queso, clementinas y café. Después se reparte ropa. Pero el postre y la ropa, sólo para el que previamente haya comido de la olla.

Así ayuda la asociación SDF (Solidarité des Français) a los sin techo de París: los jueves, en Montparnasse, la soupe au cochon! Llevan meses haciéndolo.

¿Y por qué no sopa de pollo? ¿De vaca? ¿De cordero? ¿De codorniz?

Pues por lo que ustedes ya sospechan, y encontrarán perfectamente explicado en el sitio de la SDF: porque antes no era pecado que la caridad empezase en casa, y porque los sin techo de París suelen ser tan franceses como la Torre Eiffel. O sea, acción positiva. Y en la Francia de mon ami Chirac la acción positiva para franceses es un racismo intolerable. Así cuenta Odile Bonnivard lo que pasó:

Jueves 15 de diciembre, 20h30: somos muy esperados.
Pero no sólo por nuestros amigos sin techo: ¡por todas partes coches, policías de uniforme y de paisano!
Al llegar me cruzo con un pelotón de unos 25 policías, muchos disfrazados de Robocop, ocupados en interrogar a Roger delante de su camioneta. Los adelanto y aparco más lejos; buena idea: las fuerzas del orden están buscando una olla de sopa de cerdo. Justamente hoy, y al revés que el jueves pasado, el cuerpo del delito no va en la camioneta sino en mi coche.
¡Ya lo creo que buscan! Registro metódico de la camioneta: “¡Por aquí parece que huele a cerdo!” “¿No tiene usted nada que declarar?” “Aunque sea una corteza, venga, diga...” “¿Dónde está esa sopa de cerdo?”
Roger, angelical; la sopa, aparcada más lejos; los sin techo, apiñados delante de la estación, cantando a voz en grito: “¡Tenemos hambre, tenemos hambre!”.
Somos lo menos cincuenta, entre los sin techo y los voluntarios, esperando delante de la estación que la policía reciba órdenes de arriba. Llega la decisión: OK al reparto de ropa, y punto. Nada más. Y aquí no, más allá..., junto a la camioneta. Y nada de ir solos, nos acompañan.
So pretexto de acompañamiento, henos aquí cercados y sin podernos mover; algunos de nuestros amigos sin techo vienen por su propia voluntad a encerrarse con nuestro grupo, que a continuación es deportado hacia el sector elegido por las autoridades.
Se hace el reparto de ropa. La cuestión es: ¿qué hacer con la sopa? Breve y discreto conciliábulo, todos de acuerdo, ¡se reparte! ¿Pero cómo llegar hasta el coche y la olla? Entonces es el auténtico juego de manos: delante de las narices de la policía, la llave del coche va pasando de mano en mano, hasta la de dos jóvenes camaradas que quedaron fuera del cerco de los Robocops.
Al instante el coche se coloca delante de la camioneta, al instante se sacan la olla y el cucharón, ¡¡al instante se nos echan encima los policías! Uno de ellos con una cámara en acción.
Policía por el móvil: “¡Jefe, jefe, tenemos la sopa de cerdo, está aquí, la tenemos!”
Los voluntarios se sublevan: “¿Pero cómo, es que nos van a impedir que demos de comer a nuestros amigos?” “Son órdenes.” Y conseguimos enterarnos de que ha sido el prefecto de París el que ha dado la orden abyecta de dejar sin cenar esta noche a personas que tienen hambre y que duermen en la calle.
Los sin techo muestran una actitud ejemplar que no olvidaremos fácilmente: permanecen a nuestro lado, hacen piña con nosotros y algunos desafían a la policía. Se entona La Marsellesa... Los policías están francamente incómodos.
Transeúntes estupefactos: “¿Pero qué pasa?” “¡Que no nos dejan darles la sopa a los sin techo!” “¡Están locos! Que se vayan a la
banlieue, que todavía hay coches ardiendo...”
Imposible servir la sopa. La policía intenta apoderarse de la olla.
¿Dejar que se lleven la olla? ¡JAMÁS! ¡¡La sopa de cerdo muere, pero no se rinde!!
¡En un instante aquello empieza a parecer una manifestación de agricultores enfurecidos! Sólo que aquí lo que vuela por los aires no son alcachofas sino lonchas de tocino, zanahorias y todo lo demás, que acaba decorando el bello azul marino de los uniformes (...).
Un chorizo enorme (de kilo y medio lo menos) aterriza en pleno torso de un Robocop que en su vida había visto cosa igual.
Era de suponer que nos tomaran declaración, pero no. (...) “Comprendan que contra ustedes no tenemos nada”, dicen quitándose tocino de la cazadora.
Nos quedamos un momento con nuestros sin techo: la mar de animados que están... Cita para el jueves siguiente: allí estarán, mismo día y hora, sólo que en otro sitio. Y será una sopa de cerdo, por supuesto, pero mejorada por ser Navidad: les vamos a mimar, de eso están seguros (...).


El reportaje con fotos, aquí. Y el del jueves siguiente, con civet de jabalí y cerditos de mazapán, aquí.

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2005/12/26

El último pueblo cristiano de Tierra Santa

El día 26 de diciembre, que culturalmente –según lo que ahora se entiende por cultura– podría ser declarado en España Día del Langostino Residual o algo por el estilo, se conmemora en el santoral cristiano a San Esteban, primero de los mártires. Por supuesto. Lo ha explicado hoy con su claridad de siempre Benedicto XVI, en palabras que no vamos a sustituir por las nuestras:

Nell’atmosfera di gioia del Natale non sembri fuori luogo il riferimento al martirio di Santo Stefano. In effetti, sulla mangiatoia di Betlemme già s’allunga l’ombra della Croce. La preannunciano la povertà della stalla in cui il Bambino vagisce, la profezia di Simeone sul segno di contraddizione e sulla spada destinata a trafiggere l’anima della Vergine, la persecuzione di Erode che renderà necessaria la fuga in Egitto. Non deve stupire che un giorno questo Bambino, diventato adulto, chieda ai suoi discepoli di seguirlo sul cammino della Croce con totale fiducia e fedeltà. Attratti dal suo esempio e sorretti dal suo amore molti cristiani, già alle origini della Chiesa, testimonieranno la loro fede con l’effusione del sangue. Ai primi martiri ne seguiranno altri nel corso dei secoli fino ai giorni nostri. Come non riconoscere che anche in questo nostro tempo, in varie parti del mondo, professare la fede cristiana richiede l’eroismo dei martiri? Come non dire poi che dappertutto, anche là dove non vi è persecuzione, vivere con coerenza il Vangelo comporta un alto prezzo da pagare?

“¿Cómo no reconocer que también en este nuestro tiempo, en distintas partes del mundo, profesar la fe cristiana requiere el heroísmo de los mártires? ¿Cómo no añadir que en todo lugar, también allí donde no hay persecución, vivir con coherencia el Evangelio comporta un alto precio?”

Al lector angloparlante que quiera información actualizada sobre la persecución del cristianismo en sus manifestaciones más violentas le recomendamos sitios de Internet como The Voice of the Martyrs, Barnabas Fund, Christian Solidarity Worldwide o International Christian Concern.

Pronto hablaremos de la situación que padecen los cristianos bajo la Autoridad Palestina. Hoy, menos dramáticamente, sólo vamos a comentar la vida de la pequeña localidad cisjordana de Taibeh, distante pocos kilómetros de Ramallah, que tiene la distinción de ser el último pueblo íntegramente cristiano que queda en Tierra Santa. Del simpático artículo que le dedicó ayer el San Francisco Chronicle, firmado por el corresponsal Matthew Kalman, entresacamos lo que sigue.

"Dos mil años después de que Jesús viniera a Taibeh, la población cada día menor de esta minúscula comunidad de la Cisjordania está resuelta a sobrevivir y transmitir a las generaciones futuras su único patrimonio: ser el último pueblo íntegramente cristiano que queda en Tierra Santa. Los habitantes de Taibeh están enormemente orgullosos de su legado cristiano. En toda Tierra Santa viven sólo unos 200.000 cristianos, menos de un 2 por ciento de la población: 130.000 en Israel y 70.000 entre la Cisjordania y Gaza. En otras localidades cristianas, como Belén y Ramallah, ahora son mayoría los musulmanes; pero por rigurosa tradición, en Taybeh sólo los cristianos pueden residir o comprar propiedades."

Refiere Kalman que hoy, después de que decenios de conflicto hicieran emigrar a centenares, son 1.300 los vecinos de Taibeh, que cultivan el trigo y la aceituna y envían a los jóvenes a trabajar en la construcción en Ramallah. Las tres confesiones cristianas –ortodoxos, melquitas y católicos–, cada una con su iglesia pero muy bien avenidas, celebran al unísono la Navidad, que también aquí tiene, ¡cómo no!, su plato tradicional: el mansaff, una carne con arroz, almendras y yogur.

Se cree que Taibeh, a los pies de la mayor altura de la Cisjordania, es la antigua Efraím, donde Jesús se retiró después de que la resurrección de Lázaro determinara la decisión de darle muerte: “Abandonó la región de Judea y se encaminó a un pueblo llamado Efraím, cercano al desierto. Allí se quedó con sus discípulos durante algún tiempo” (Juan 11, 54). De Efraím, pasando por Betania, haría el viaje final a Jerusalén. Taibeh en pleno celebra el Domingo de Ramos con una procesión y una liturgia ecuménica.

En Taibeh hay un centro médico, un asilo de ancianos, una cooperativa olivarera y una fábrica de cerveza, la primera de Palestina, que para el año que viene fabricará también cerveza sin alcohol. En las escuelas estudian niños musulmanes de los pueblos vecinos. La comunicación con Jerusalén, vital para el trabajo de muchos de los lugareños, peligra debido a la construcción de la valla de seguridad.

Eso y más, salpicado de anécdotas y leyendas curiosas, cuenta el artículo del San Francisco Chronicle, que acaba citando las palabras del cura Abusahlia: “Somos árabes, somos palestinos y somos cristianos, todo a un tiempo. Somos hijos de esta tierra. Llevamos dos mil años aquí. No somos perseguidos, no somos débiles. Somos muy fuertes, y vamos a estar aquí siempre”.

Ojalá; pero ni siquiera en ese humilde oasis está asegurada la tranquilidad. La historia de lo que pasó en Taibeh en el pasado mes de septiembre la relataba así Sandro Magister:

"En Taibeh, el domingo 4 de septiembre, trece casas habitadas por otras tantas familias cristianas han sido asaltadas e incendiadas, asoladas las calles, hecha pedazos una figura de la Virgen. El motivo desencadenante: la historia de amor de Hiyam Ajai, una joven musulmana de la aldea vecina de Deir Jreer, y Mehdi Kouriyee, un cristiano de una familia importante de Taibeh, propietaria de una fábrica de cerveza (...). Cuando los familiares de Hiyam descubrieron que esperaba un niño, la encerraron en casa, la pegaron. El jueves 1 de septiembre apareció muerta. Sus padres han explicado: ‘Aquel cristiano la violó y ella se ha envenenado’. Se pidió venganza y se preparó el asalto. Las familias cristianas de Taibeh se pusieron a salvo huyendo a tiempo de sus casas. La policía palestina se presentó cuando el lugar ya estaba devastado.”

¡Malvados cristianos de Taibeh! ¡Fabricar cerveza!

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2005/12/22

Es Navidad



(A los que duermen de puro felices
y a los que se han adormecido para no sufrir más:)


Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti.
Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos,
y Cristo será tu luz.
Por ti precisamente,
Dios se ha hecho hombre.



San Agustín de Hipona, Sermón 185


Antonio Rossellino, La Virgen con el Niño (Madona Altman)
Nueva York, The Metropolitan Museum of Art

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2005/12/20

Marías, Israel

Julián Marías escribió Israel: una resurrección en 1968, "a continuación de una visita que cubrió la mayor parte de su pequeño territorio". Pequeño es también el libro, setenta páginas en las que se intenta "comprender filosófica y sociológicamente la realidad concreta", donde el autor declara no haber querido "hablar de política, sino de cosas más hondas y menos traídas y llevadas". Setenta páginas que es bueno y triste releer ahora. Bueno porque lo que sencillamente dicen del pueblo judío y de su derecho a "resucitar" como sociedad sigue siendo tan luminoso como entonces. Triste no sólo por la conciencia de lo que hemos perdido con perder a ese español veraz (¿cómo habría sido España con otros veinte, con otros diez equiparables?), sino por la inmensa distancia que nos separa de su visión optimista, sensata, confiada en el derecho y la fuerza de la razón.

Léanlo. Está escrito al año siguiente de la guerra de los Seis Días y cinco antes de la guerra del Yom Kippur. El capítulo 12, "La liberación de los judíos", empieza así:

Llevo mucho tiempo preguntándome por la significación de Israel. Hoy aparece este nombre con frecuencia -con demasiada frecuencia- en los titulares de los periódicos; es lo que se llama un "tema internacional", el nombre de un "problema" o de una "crisis". No es esto lo que más me interesa; ese aspecto de la cuestión creo que está resuelto; quiero decir que lo va a estar pronto, y toda especulación sobre él me parece bastante ociosa. Muchos se preguntan si Israel va a sobrevivir y perdurar; mi opinión es que, a menos que sobrevenga al mundo una situación desastrosa en que ya todo daría lo mismo y nadie sabe qué podría sobrevivir, Israel tiene su existencia nacional asegurada para mucho tiempo. La decisión, la determinación de los judíos es tal, su entusiasmo por la empresa israelí es de tal modo fuerte y auténtico, que a su lado todas las dificultades, las razones en contra, las voluntades opuestas, son otra cosa.

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2005/12/15

De paseo por la red: Teherán-Madrid-Caracas


Dijo la morsa: –Ya llegó el momento
de que empiece a contaros algún cuento.
¿De zapatos... de lacre... de vapores...
de repollos... de reyes... de tambores?...
¿Por qué el mar está hirviente?...
¿Si ver cerdos con alas es corriente?...


Por ejemplo el cuento de aquel gran libertador revolucionario que tuvo por mentor a un ilustre neonazi,
el cual fue también su biógrafo ("Caudillo, ejército, pueblo: la Venezuela del comandante Chávez")
y autor de otras lindas obras
("La conquista del imperio americano: el poder judío en occidente y oriente"; "Caracas, Buenos Aires, Jerusalén: tres ensayos geopolíticos"; "La 'cuestión judía' en América del Sur")
que constituían el 66,6 por ciento del catálogo de publicaciones de un eminente centro de investigación madrileño, el famoso Instituto de Estudios Hispano Árabe Al-Andalus.

Como a todos los grandes hombres, no le faltaron al caudillo pérfidos detractores:

En el Larousse Ilustrado
figura con precisión
que tú, militar bufón,
tiraste un golpe de estado.
Por suerte, fue fracasado:
la patria no estaba lista
para seguirte, arribista,
en tu malsana intención.
Entonces dinos, guevón:
¿Quién carajo es el golpista?

Que le calumniaban sin fundamento:

Para perpetrar tus planes,
cometiste la bajeza
de llenar a PDVSA
de extranjeros musulmanes.
Pero el peor de tus desmanes,
mentiroso estafador,
fue violentar el honor
de nuestros nobles soldados
infiltrándole cubanos.
Dime, ¿Quién es el traidor?

con el único designio de frustrar sus benéficos proyectos.
Pero sabios visires le ayudaban a desvelar a los aviesos saboteadores, y también en el exterior supo hacerse buenos amigos,
de los cuales vinieron a hacerse amigos a su vez otros nuevos, deseosos de apoyar sus afanes
para que sus súbditos fueran aún más felices.

Él, como bien nacido, todo lo agradecía, y el pueblo aplaudía la lealtad de su jefe.

Tanta virtud no pasó inadvertida de reyes y príncipes,
y vino a ser un rayo de luz para gastadas naciones
que cifraron en él sus esperanzas de vender otra cosa que alcaparras.

Falleció entretanto, ¡triste vida!, su primer consejero; y buscaba el magnánimo consuelo a su dolor en la práctica de las artes cuando quiso la benévola fortuna que otro llegara para sucederle, con menos años pero no menores prendas: estratega brillante y aplicado analista de la modernidad, que ya ha sabido corresponder con nobles frutos al espléndido mecenazgo.

-¡Delicioso paseo, oh ostras mías! *

* A la memoria de Miguel Orts Ramos, admirable traductor de "La morsa y el carpintero".

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2005/12/11

En la cochiquera

B.- ¿Qué estás haciendo, Martinito?
M.- ¡Aaah! Bernardino, demontres, no me des esos sustos. Aquí no se entra sin llamar. Por un momento he creído que... Figúrate si... Con todo esto por aquí en medio... Por un momento pensé que eras una oveja. Me ha dado una taquicardia... Me ha subido la tensión...
B.- No digas cosas raras, ¿cómo voy a ser una oveja? Aparte de que a ti las ovejas ya no te visitan, que yo sepa.
M.- Pues justamente por eso, Bernardino; porque a la primera que se le ocurra volver a asomarse por aquí, y si encima me encuentra con todo esto, pues estoy perdido, PERDIDO, Bernardino; y tú también de paso, como bien sabes.
B.- Vale, no lo volveré a hacer. ¿Pero qué es ese revoltijo?
M.- Estaba haciendo orden en el armario. En los fondos del armario, para ser exactos. Cosas del ayer. De cuando éramos lechoncillos.
B.- ¡Cosas que NO HAS TIRADO! ¿Cómo te atreves? Tú eres un insensato, Martinito.
M.- Ya lo sé. Pero no puedo, Bernardino, no puedo. Son lo único que me certifica que algún día fui inocente. ¿O no? ¡Éramos tan felices!
B.- Éramos ignorantes.
M.- Pues eso.
B.- Por culpa del colegio.
M.- Claro, del colegio donde nos hacían estudiar historia gocha... Pero también de la familia, acuérdate... ¿No te acuerdas de mi tía Flora, que cada vez que achuchaba al primo Manolito le decía: “¡Ay, mi rey moro!”?
B.- Espera que cierre bien la puerta. Sí, era muy cerda tu tía Flora. ¿Tienes por ahí alguna bellota garrapiñada?
M.- Las tienes en ese cajón. ¿Te apetece una copita?
B.- ¡Alcohol!
M.- No es nada, quina Santa Catalina. Abre las ganas de comer. Me la trae Rubén del reducto de infieles.
B.- Está rica, no va mal con las bellotas. Te sirvo.
M.- Gracias. Me hace bien. Ando sin apetito desde que sé que soy fascista. Fascista y racista.
B.- Te ha pasado lo que a Finkie. ¡Qué poco talante tenéis!
M.- Bernardino, ¿a ti no te ha deprimido nada saber que eres fascista y racista? Dime la verdad.
B.- Un poco, pero lo llevo mejor que otros.
(Fuera de la cochiquera se oye una fuerte explosión. Bernardino se asoma a la ventana. Martinito bebe otro sorbo de quina. )
M.- Cierra la ventana antes de que se nos llene esto de humo, porfa. ¿Andan por ahí las ovejas?
B.- No. ¿Cuál era aquella película de Resnais donde cada poco rato, ¡bum!, sonaba una reivindicación en el horizonte? ¿“Providence”?
M.- No, me parece que era “Je t’aime, je t’aime”. Je t’aime, Bernardino.
B.- Moi je t’aime aussi, Martinito.
M.- ¡Somos compis, somos coleguis, fuimos al mismo collège asquereux!
(Se oye una segunda reivindicación más fuerte que la anterior.)
M.- Escancia, Bernardino.
B.- ¿Seguro?
M.- Segurísimo. Y enchufa ese aparato, que vamos a poner música. (Revuelve en el montón.) No vas a creer lo que hay aquí. ¡Mira!
B.- ¡Martinito! ¡Rocco Granata! ¡Treinta años sin oírle! ¿Y esta era la mora, digo la magrebí?
M.- Ya ves tú qué guarra. Iría a un colegio parecido al nuestro.
B., M. y Rocco Granata desde el vinilo.- “Mi sono innamorato di Marina,
una ragazza mora ma carina;
ma lei non vuol saperne del mio amor:
cosa farò per conquistar suo cuor?
Un giorno l’incontrai sola sola,
il cuore mi batteva mille all’ora,
quando le dissi che la volevo amare,
mi diede un bacio e l’amor sbocciò, lalalala...”
B.- ¡Le besó la magrebí! ¡Qué fuerte!
M.- Sí, pero escucha, que él tenía decidido redimirla cuanto antes:
Rocco Granata desde el vinilo.- “Marina, Marina, Marina,
ti voglio al più presto sposar...
Marina, Marina, Marina,
ti voglio al più presto sposar...
O mia bella mora,
no, non mi lasciare,
non mi devi rovinare,
o no, no, no, no, no.”
B.- ¡Fantástico! ¡Viejos tiempos! Tienes razón, ¡qué bien nos lo pasábamos cuando éramos racistas inocentes!
M.- ¡Cuando cantábamos lo del moro Muza en las excursiones del collège asquereux!
B.- ¡Que salía de su tumba y bailaba la rumba!
M.- Y decíamos aquello de: “Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos; / que Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos”.
B.- Qué bestia eres, Martinito.
(Fuera las reivindicaciones se suceden sin interrupción.)
M.- ¿Era así o no?
B.- Sí, se usaba en las clases de mecanografía. Como lo de: “Niño llorón, / boca abajo y bofetón”. ¡Ni a la infancia nos enseñaron a respetar! ¡Qué educación tan siniestra! Con tu permiso, la última bellota.
M.- Eso te iba a decir. Conviene que vayas a ver si te han reivindicado la cochiquera. Otro día seguimos. Otro día te pongo a Bob Azzam.
B.- ¿También tienes el “Mustafá”?
M.- También: mira qué funda.
B.- Jopé.
M.- Pero con ese no hay problema, porque ya sabes que las ovejas le cambiaron la letra: donde decía: “Chéri je t’aime, chéri je t’adore, como la salsa de pomodoro”, pusieron: “Saddam te quiero, Saddam yo te adoro...”, y arreglado. El “Ya Mustafá” todavía vale, quitándole la funda, eso sí.
B.- No sé yo. Me preocupas. ¿Tú crees que haber ido al colegio en los sesenta nos serviría, llegado el caso, de atenuante?
M.- Pregúntale a Finkie si le ves. ¡Y no corras, Bernardino, que es peor!

2005/12/02

Oriana Fallaci habla en Nueva York

“Nos hemos reunido aquí para rendir homenaje a una luchadora por la causa de la libertad”: así presentó David Horowitz a Oriana Fallaci el pasado 28 de noviembre, en un acto público celebrado en Nueva York para entregar una distinción del Center for the Study of Popular Culture a la anciana y mortalmente enferma periodista.

Cuenta Robert Spencer en el Front Page Magazine de qué habló Fallaci esa tarde: de cómo nuestras democracias están paralizadas por el despotismo y el miedo, de cómo preocupa más el riesgo de ofender a los musulmanes que el riesgo de suicidio nacional o civilizacional, de cómo una sociedad corrompida no tortura al disidente pero lo demoniza y lo amordaza: de cómo en una democracia despótica se puede difundir todo menos la verdad, mientras los medios de comunicación tranquilizan con medias verdades, distorsiones y mentiras.

La verdad da miedo, dijo Fallaci, porque frente a la verdad sólo cabe una de dos, o callarse o unirse a una causa que puede significar la renuncia a la vida cómoda y apacible. La mayoría prefiere no saber la verdad.

Europa, dijo Fallaci en Nueva York, tiene también sus equivalentes de Noam Chomsky y Michael Moore; también en Europa los nuevos comisarios políticos proscriben las celebraciones navideñas para no molestar a los musulmanes, y se reescribe la historia para convertir al islam en creador de una civilización de paz y clemencia, mientras la civilización judeocristiana se presenta como la chispa de un cigarrillo que se apaga.

Fallaci tiene pendiente un juicio en Italia por manifestaciones de odio. “Sí, yo sí odio a los Ben Laden y los Zarqawi. Sí odio a los canallas que queman iglesias en Europa. Odio a los Chomsky y Moore y Farrakhan que nos venden al enemigo. Los odio como odié a Mussolini y Hitler. Por la causa de la libertad, es mi derecho sacrosanto.”

Pero nadie ha llevado a los tribunales a los autores de un libelo titulado El islam castiga a Oriana Fallaci, donde se alienta a matarla invocando cinco pasajes del Corán sobre “las mujeres perversas”.

Dijo también Fallaci que el terrorismo islámico no es el arma principal de la guerra que nos han declarado los hijos de Alá; su aspecto más sangriento sí, no el más catastrófico. Mucho más peligrosa es la inmigración incontrolada, que ya ha puesto en Europa al menos 25 millones de musulmanes; para 2016 serán el doble. El expansionismo islámico ya no necesita los ejércitos y las flotas del antiguo imperio otomano. Fallaci espera el día en que franceses, holandeses, alemanes, italianos, acaben viviendo en sus respectivas reservas, como acabaron comanches, cherokees y sioux.

Fallaci se preguntó qué es eso del islam moderado, se preguntó si basta con no cortar cabezas, preguntó si no es verdad que el islam es el Corán y el Corán un Mein Kampf; si no es verdad que los terroristas musulmanes no han vacilado nunca en justificar sus acciones a golpe de cita coránica.

Una vez más, la “atea católica” Fallaci tuvo palabras de gran afecto para Benedicto XVI; el desafío islámico, dijo, ha abierto en Occidente un vacío que sólo la espiritualidad podría llenar, “a menos que también la Iglesia falte a su cita con la historia. Pero no creo que falte”.

Gracias, brava hija de Florencia, nacida a la sombra de San Miniato; para este pequeño gocho, seguramente la iglesia más conmovedora de Europa. Il Signore ti benedica.

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