2008/05/23

Rodríguez Magda: El cuento de al-Andalus

Debemos a Rosa María Rodríguez Magda un libro imprescindible para conocer los orígenes de la nueva presencia de la ideología musulmana en nuestro suelo, La España convertida al islam (Barcelona, Áltera, 2006). Éste es el resumen que hace la propia autora de su reciente estudio sobre el cuento de al-Andalus:


INEXISTENTE AL-ANDALUS.
De cómo los intelectuales reinventan el Islam

Resumen por Rosa María Rodríguez Magda


Éste no es un libro histórico o sociológico, sino el esfuerzo por pensar una de las cuestiones más importantes de nuestro presente: Occidente y el islam, la identidad cultural y las consecuencias sociales y políticas que el enfrentamiento entre culturas produce.

Al-Andalus no se refiere ya a una determinada época histórica propia de especialistas, sino a un término de uso común, publicitado incluso como marca turística. Un término que oculta una visión cultural, política, ética, literaria, que responde a un pensamiento correcto y satisfecho. Una idealización que, por un lado, manipula la historia y, por otro, se convierte en la utopía con la que muchos pretenden reinventar un islamismo amable, y algunos otros inquietantemente radical. Inexistente pues, ese al-Andalus de hoy conforma tres tópicos: Primero, superioridad del periodo islámico frente a la tradición hispana, postulación de la deuda y la culpa de Occidente; segundo, modelo del diálogo de civilizaciones basado en una supuesta convivencia idílica de las tres culturas; tercero, territorio a recuperar para el terrorismo yihadista.

Dejando aparte la última perspectiva, ¿por qué se desea reescribir la historia?, ¿a qué obedece la recreación de un ideal que pretende ostentar todo el atractivo del exotismo más la utopía de una convivencia sin tacha? Sólo si desentrañamos cuáles son sus mecanismos ocultos podremos desvelar las trampas, avanzar en la comprensión de uno de los problemas más candentes de nuestro panorama internacional, el denominado “choque de civilizaciones”, o, desde una perspectiva contraria, “alianza de civilizaciones”, y que en el seno de la globalización nos enfrenta a los retos de la convivencia multicultural.

Al hablar de al-Andalus quiero dejar bien claro que no deseo ocuparme propiamente del islam, sino de la mitologización que desde Occidente se hace de éste, como contrapartida a su demonización, posturas ambas alejadas de un mesurado juicio.

El mito de al-Andalus se gesta en Occidente dentro de una bienintencionada propuesta conciliatoria. Fetiche para los conversos españoles, para intelectuales antiimperialistas, tópico literario, atracción para amantes del exotismo cercano, recurso para políticos faltos de imaginación, modelo del diálogo de civilizaciones.

Nos encontramos ante una idealización histórica falsaria pero conveniente desde muchas opciones diversas. Pretendido contrapunto de un Occidente imperialista y culpable, origen en su caída del comienzo de la perversa acción colonizadora europea, introduce de manera subrepticia la necesidad del pago de la deuda de Occidente con el tercer mundo. Penosamente, en el fondo, se está de alguna manera justificando la versión de los islamistas radicales, que sin el menor recato lo convierten en emblema de la yihad, reiteradamente reclamado por Al Qaeda.

Con la mitificación de al-Andalus, unos desean hacerse perdonar, otros revivir un pasado glorioso, algunos recuperar el dominio a través de la violencia. Motivaciones heteróclitas que, si no logramos situar en su justa medida, van creciendo como una bomba de relojería, cuyos estallidos, por desgracia, son cada vez más frecuentes.

El nuevo al-Andalus emerge como una utopía edulcorada, que alumbra toda una serie de nuevos mitos anejos, algunos de los cuales he querido analizar en este libro.

El primero de ellos, consecuente con la idealización histórica a la que me vengo refiriendo, es la errónea afirmación de que todo se lo debemos a los árabes, que gracias a ellos hemos conservado la filosofìa griega y su ciencia, que de otra forma se hubiera perdido, oponiendo un islam culto, científico y refinado a la ignorancia oscurantista cristiana. Así, no habría habido conquista de Hispania, sino jubilosa recepción de una cultura superior, por lo que la Reconquista se convierte en simple genocidio, comienzo de un execrable colonialismo. Esta es la génesis de un cierto autoodio europeo.

Otra de las afirmaciones es la defensa en el islam de los derechos humanos. Aseveración que queda desmontada cuando observamos algunas “lagunas” de las declaraciones islámicas de derechos del hombre. Si éstas no reflejan el verdadero espítitu del islam es una cuestión que los musulmanes deberán resolver, pero, en cualquier caso, no estamos hablando de ideales, sino de legislaciones actualmente vigentes y refrendadas por los regímenes islámicos, cuando no de un práctica que choca aún más brutalmente con los derechos humanos tal y como en Occidente se entienden, porque no creo que sea legítimo el extender el relativismo cultural hasta la tolerancia de lo intolerable.

Importancia simbólica capital a la hora de normalizar las relaciones entre los grupos humanos que pueblan el territorio europeo, especialmente en lo referente a la igualdad de los sexos, tiene el mostrar la incongruencia de presentar la utilización del velo islámico como una afirmación libre y personal, ocultando el verdadero significado de discriminación hacia la mujer que conlleva.

Finalmente me he querido detener en la consideración del terrorismo, y de los terroristas suicidas en concreto, como supuesto acto desesperado de los oprimidos frente al imperialismo americano y la mano negra del sionismo, visión ésta que, en el fondo, les otorga cierta legitimidad.

En el epílogo insinúo algunas líneas de lo que podría ser la valoracion de los actuales fenómenos migratorios, y en concreto de la inmigración musulmana en Europa, el reto de una integración igualitaria, y la responsabilidad de las tesis multiculturalistas en la génesis de una peligrosa guetificación que conduce a una sociedad enfrentada.

Se trata por consiguiente, y tal he deseado hacer en las páginas de este libro, de analizar y desmontar toda una serie de tópicos y afirmaciones que circulan sobre lo islámico, presentes en buena parte de una intelectualidad multicultural, que pretendiendo ser tolerante y antiimperialista, se vuelve cómplice incluso de lo que en el fondo no es sino un totalitarismo subversivo de los principios básicos de la democracia. Es radicalmente urgente desmontar esas falacias que comienzan a configurar el discurso dominante y “correcto”, para enfrentar con objetividad la situación actual del islam en Europa y la defensa de unos principios generales, en los que desde la Ilustración deseamos construir nuestra sociedad, sin sentirnos atrapados en chantajes y autoinculpaciones. Se trata de algo tan obvio como la defensa del derecho a la razón y la razón de los derechos.

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2008/05/02

Madrid


¡Afortunados madrileños! Porque eran las calles que nos vieron nacer, porque entre la Plaza de Oriente y la Puerta del Sol empezamos a conocer el mundo, algunos supimos desde nuestro primer tiempo de saber algo, sin esfuerzo y sin estudio, sin discusión y sin jactancia, que ser madrileño era simple y sencillamente ser español; antes de saber nada de historia ya lo sabíamos, que Madrid había sido España echada a la calle, a aquellas calles donde éramos niños, frente a la gente armada, ajena, despótica y brutal.

¡Qué suerte! ¡Sentirse español sin más!

Pedro Velarde había nacido en Cantabria; Luis Daoíz, en Sevilla; Jacinto Ruiz, en Ceuta.

Héroes en Madrid, muertos en Madrid, por España. Como lo más natural del mundo.

Así era en nuestra tranquila mente preescolar, plaza del Dos de Mayo, paseo del Prado, y la corona de laurel que tal día como hoy veíamos renovar, pequeña ceremonia de unos pocos señores de uniforme con redoble de tambor, en el callejón de la Ternera, o sea a la vuelta, camino de la panadería.

¡Pero qué suerte!

Hoy, mañana radiante, hemos vuelto a la Puerta del Sol. Hemos vuelto a oír tambores y a ver uniformes, y coronas de laurel. Como siempre, los madrileños habíamos nacido en todas partes.

Y Borbones y Zapateros han tenido la delicadeza de no asomar y no estropearnos la fiesta.

¡QUÉ SUERTE!



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