2011/02/24

Gadafi, al-Qaradawi y una fatwa escamoteada

La prensa española dio gran relieve a la arenga televisada de Gadafi el pasado martes 22 de febrero; pero había silenciado y en general sigue silenciando que un día antes, el lunes 21, el triunfante al-Qaradawi había emitido contra el dictador libio una fatwa de las clásicas, y nada menos que desde el púlpito de Al Yazira: véase aquí en inglés, y aquí en torpe y horrendo español. No se dirá que carece de interés informativo que la cabeza más visible y venerada de la Hermandad Musulmana inste al magnicidio sin más; ¿por qué no nos lo han contado? Aunque sólo fuera porque esa sentencia clerical aporta un contexto esclarecedor para lo del día siguiente; si al-Qaradawi reclama en Al Yazira que te asesinen, se entiende que te declares dispuesto a morir como un mártir. No todo es retórica entre estos señores; o, como diría aquel otro, esto no es un ensayo general, esto es la vida.

Mañana veremos. Mañana es viernes, y ya se sabe que el islam político se anima los viernes, se galvaniza y se enardece con la oración comunitaria…

En cuanto a lo que pasa en Libia, tampoco nadie nos aclara quiénes son los opositores a Gadafi, ni por qué hemos de temer que a la caída del dictador siga un éxodo masivo de refugiados libios a Europa, ni quiénes se espera que salgan huyendo ni de quién.

Para entretener la espera hemos releído esto que escribía Christian Bouchet en su librito Islamisme (Pardès, Puiseaux, 2002):

Mu’ammar al-Kadhafi y el islamismo

La toma del poder por Mu’ammar al-Kadhafi en 1969 y las primeras realizaciones de su régimen condujeron a algunos comentaristas occidentales a calificar la revolución libia como una expresión típica del “despertar islámico”, incluso como una variante del islamismo.

Nada más falso.

Es un hecho que Mu’ammar al-Kadhafi es un hombre religioso, un musulmán sincero y convencido, que declaró a un escritor francés: “Yo he estudiado el Corán día y noche. Ningún otro libro ha tenido tanta influencia sobre mí. Cuando era joven, el Corán era mi único amigo, mi amigo verdadero”. También es un hecho que las primeras realizaciones de su régimen pudieron prestarse a confusión: introducción de penas coránicas en la legislación penal, adopción de la bandera verde del islam como enseña nacional, financiación masiva de la asociación misionera Da’wa islamiyya, prohibición absoluta del consumo de alcohol, anuncios en la televisión que equiparaban el uso de corbata al emblema de los cruzados, destrucción pública de instrumentos de música occidentales, etc.

Pero Mu’ammar al-Kadhafi se presentaba como reformador político y religioso.

Con su “Libro verde”, su “tercera teoría universal” y su aplicación concreta en Libia bajo la forma de la Jamahiriya, el “estado de masas” dirigido por comités populares, al-Kadhafi proponía una reforma política consecuente. Al nivel religioso, declaró su intención de seguir exclusivamente el Corán y propuso abandonar los hadices como fuente del islam y la sharía como referente jurídico. Esas posiciones religiosas, expresadas discretamente a partir de 1976 y oficializadas en 1978, hicieron, según Roger du Pasquier, de “la revolución del coronel libio […] una heterodoxia particular, una desviación aberrante del islam”, y de al-Kadhafi un enemigo declarado para los diferentes movimientos islamistas. Éstos, instigadores de varios atentados y acciones guerrilleras –y verosímilmente financiados por la CIA–, fueron erradicados de Libia mediante una represión severa, cuyos agentes no vacilaron a la hora de dinamitar mezquitas o ahorcar públicamente a disidentes.

El propio Mu’ammar al-Kadhafi participaba en la denuncia de los islamistas en estos términos: “¿Eso que ahora se llaman los Hermanos Musulmanes? […] Son lacayos del imperialismo. Es la derecha reaccionaria, los enemigos del progreso, del socialismo y de la Unidad árabe. Es la cofradía de los golfos, los embusteros, los cochinos, los fumadores de hachís, los borrachos, los cobardes, los delincuentes. Ésos son los Hermanos Musulmanes. Y todo eso ha hecho de ellos los lacayos de América. El que era del partido de los Hermanos Musulmanes ahora se avergüenza de decirlo. Ha venido a ser sinónimo de algo podrido, sucio, detestado en todo el mundo árabe y en todo el mundo musulmán.”

Bouchet no referenciaba esas palabras. Sobre Libia, enviaba a cuatro publicaciones cuyos solos títulos son ya como nostálgicas reliquias de un ancien régime:

Bleuchot, Hervé, “Les fondements de l’idéologie du colonel Mou’ammar el-Qaddhafi”, en La Libye nouvelle, rupture et continuité, CNRS Éditions, París, 1975.
Burgat, François, "Kadhafi : un musulman pas comme les autres", en Paul Balta, Islam, civilisation et société, Rocher, Mónaco, 1991.
Charvin, Robert, "Réactions de l’Occident face à la Révolution libyenne", en Une expérience de développement, de la Libye à la Jamahiriya, Sisapa, París, 1989.
Garaudy, Roger, "Islam et universalité dand l’œuvre politique de Moammar El Kadhafi", en Théorie et réalité, Centre mondial d’études et de recherches sur le Livre vert, Trípoli, 1985.

Etiquetas: , , ,