2006/02/04

En pocas palabras

El blog Face of Muhammed publicó ayer este elocuente diagnóstico:


Un momento de la verdad

Un nuevo movimiento internacional no político está surgiendo.

4.000 atentados terroristas desde el 11-S, y el mundo seguía dormitando. Pero doce inocentes dibujos satíricos en un periódico danés, del tipo de viñetas que a diario se imprimen en los millares de periódicos de todo el mundo, han alterado la situación geopolítica.

Súbitamente toma cuerpo una nueva percepción por encima de las diferencias políticas.

En los últimos años, la crisis mundial entre el islam y el mundo no musulmán se ha tratado en millares de libros, incontables debates televisivos y millones de artículos en todo el planeta. Sólo sirvió para dividirnos. Hasta los antiguos aliados occidentales se dividieron, y una ola de antiamericanismo ha barrido incluso las sociedades libres occidentales.

Ahora unas circunstancias risibles lo han alterado todo. Un sentido del humor ha cambiado lo que el debate no pudo.

Hace 1.400 años que el islam hace la guerra a todas las civilizaciones no musulmanas circundantes. En el curso de la historia el cristianismo ha sido reformado, han vivido, reinado y muerto dictadores, y han aparecido y desaparecido regímenes totalitarios.

Pero el islam perduró. Sin reformar. Y hoy aprisiona a más de mil millones de personas, almas moderadas y radicales por igual, en un inmenso abismo de diferencia con el resto de nosotros. Por encima de demarcaciones políticas, por encima de fronteras nacionales, por encima de diferentes grados de libertad, por encima de razas, pueblos o religiones, negros y blancos, ricos y pobres, se alza como nuestro contrario. Sólo los musulmanes reformistas intentan reducir el abismo. Y sus voces son rápidamente acalladas.

En los tiempos modernos, oleadas de inmigrantes de países musulmanes han entrado en Europa. Todos los países europeos han conocido la islamización: el proceso de incorporar paulatinamente valores islámicos y costumbres musulmanas a nuestro modo de vida. Países del Extremo Oriente como la India, Tailandia, Indonesia y China experimentan la yihad islámica. Israel vive con ella. América la siente. África la padece, y está demasiado debilitada por la enfermedad y la pobreza para resistir.

De pronto nos damos cuenta de que el islam ni está, ni puede estar, ni quiere estar, por la integración o la asimilación en los valores de la libertad y la democracia. El islam no es sólo una religión; es una ideología política totalitaria y expansionista.

Estamos en un momento de la verdad. Los acontecimientos que actualmente se producen en todo el mundo nos están abriendo los ojos. Doce viñetas han tocado en el alma de las sociedades libres: el derecho a hablar libremente sin temor.

Los dibujos no han sido la causa. Pero han catalizado un conflicto mundial que estaba latente desde que nació Mahoma.

Ahora sabemos qué cara ponerle. Y seguimos siendo mayoría los que en esta tierra podemos hacerle frente.

Los acontecimientos actuales acabarán conduciendo, o a una tercera guerra mundial, o por fin y de algún modo a una reflexión del islam sobre sí mismo que no ha habido en 1.400 años.

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