2006/01/26

Los palestinos escogieron la barbarie

Muchos nos felicitamos, en medio del horror, de haber publicado la Carta de Hamás en el momento oportuno: cuando en la prensa europea, en las instituciones europeas, entre los políticos europeos, empieza una carrera en pelo para hacernos olvidar los autobuses sembrados de tripas reventadas, y sesos esparcidos, y miembros arrancados de cuajo. Hace tres días un turco escribidor en Londres afirmaba que Hamás, por el mero hecho de presentarse a las elecciones, ya “formaba parte del proceso democrático”, aunque no por ello era de esperar que dejase de “ejecutar algunas operaciones para influir en las elecciones israelíes de marzo”. Y añadía esta idea genial: “Tras los atentados suicidas en particular, y todos los atentados terroristas en general, yo he visto siempre a una entidad social que no puede expresar su existencia hablando, sino que intenta decir ‘Yo existo’ haciendo el ruido más estridente [highest pitch noise] que pueda. Si Hamás puede decir libremente ‘Yo existo’ en los canales de televisión, la contribución que haga a la lucha por la independencia de Palestina será más pacífica, constructiva y permanente”.
Lo de que existir sea salir en la tele ya lo conocíamos, pero el “Reviento tripas, luego existo” es una novedosa corrección a Descartes.
¿Será representativo este plumífero de cómo ven los turcos el terrorismo islamofascista? No lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que Hamás sostiene, no sólo que hay que aniquilar a Israel, sino también reconquistar todo lo que algún día conquistaron las huestes mahometanas: lo dice la Carta bien clarito, léanla. ¿Y eso qué sería? Pues nada, una minucia: en Europa, la Península Ibérica; Sicilia; Cerdeña; Grecia y los Balcanes; Hungría y aledaños. Todo eso es tan waqf como Palestina, y a ver si de esta vez nos queremos enterar. ¿O creerá alguien que Mahoma nació en Gaza?
El hecho es que el islam terrorista, o sea el islam puro, el ortodoxo, el fetén, ha ganado unas elecciones que le dan un poder “legítimo”, lo que de algún modo legitima también su afición a reventar tripas y esparcir sesos. Razón más que suficiente para dejar de fomentar el experimento democrático entre los devotos de Alá.
Otra cosa: es evidente lo que esto significa para Israel, pero ¿qué va a significar para la población cristiana que todavía aguanta en territorio palestino?
Otra cosa: ¿pretenderán nuestros políticos reconocer a un estado gobernado por terroristas?
Y otra cosa: ¿servirá ahora nuestro dinero para financiar al islamofascismo que aspira a sojuzgarnos?
Pronto lo veremos; quizá antes de que la izquierda europea resuelva sus últimos escrúpulos y se convierta en masa al islam. ¡Con lo fácil que es!

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