2007/05/23

Sarkozy y esto

Primero, unir a los ciudadanos; segundo, cumplir la palabra dada; tercero, rehabilitar los valores del trabajo, del esfuerzo, del mérito, del respeto; cuarto, combatir la intolerancia y el sectarismo.

Cuando hace unos días se nos ocurrió escribir que el nuevo Presidente de Francia parecía así como ligeramente extraterrestre visto desde la campaña electoral que nos aflige aquí, tan cerca en el mapa y tan lejos en las ideas, sentíamos ya la amargura que pide un poco de ironía para no replegarse en el silencio; pero no sabíamos, ni lo sabemos aún, a qué punto nos iba a llevar esta deliberada degradación del ambiente en vísperas de una consulta en la que sin duda se juega el futuro de España. El hecho es que lo que hace tres años parecía inconcebible ahora es tangible realidad, y a partir del domingo puede ser un camino sin retorno.

El discurso de investidura de Sarkozy se puede leer íntegro, salvo algunas pequeñas supresiones que no dejan de tener su aquél, en el sitio oficial de la Presidencia de la República Francesa, aquí; y traducido al español aquí. Es cortito y vale la pena leerlo entero. De esas pequeñas supresiones respecto a la versión que registra el vídeo destacaríamos una: al declarar su compromiso de defender la identidad de Francia, Sarkozy hizo una pausa y añadió: "Porque Francia tiene una identidad".

Tanto en ese discurso como en el que le siguió, en el Bois de Boulogne, que puede leerse aquí en francés y abajo traducimos nosotros al español, es evidente que este hijo de un húngaro y una francesa descendiente de sefardíes tiene claro que la pervivencia, el futuro, de un gran país europeo pasa por el reconocimiento de su historia, la identificación de sus valores y la transmisión de ese legado a cada sucesiva generación. No hace tanto tiempo que justamente eso era lo que se entendía por cultura.

Señoras y señores,

Henos aquí, en el Bois de Boulogne, en este lugar trágico donde treinta y cinco jóvenes de la resistencia fueron fusilados por la Gestapo hace sesenta y tres años.

Matanza inútil, absurda, a sólo pocos días de la liberación de París, cuando ya todo está decidido. No es una acción de guerra. Es un asesinato a sangre fría, una venganza.

En el momento mismo en que son ejecutados, los treinta y cinco resistentes capturados a traición son ya símbolos. Lo son a los propios ojos de sus verdugos. En los rostros de los treinta y cinco mártires, muchos de los cuales apenas tienen veinte años, los verdugos leen su derrota ya ineluctable, y, lo que aún es más insoportable, la prefiguración de un futuro en el que no habrá sitio para ellos.

Han matado demasiado. Tienen demasiada sangre en las manos. Ya no son soldados, son asesinos a los que sólo mueve el instinto de muerte y de destrucción.

Aquí, en aquel 16 de agosto de 1944, esos treinta y cinco jóvenes franceses que van a morir encarnan lo que en el hombre hay de más noble frente a la barbarie.

Aquí, en aquel 16 de agosto de 1944, son las víctimas quienes son libres, y los verdugos quienes son esclavos.

Los resistentes son jóvenes. Van a morir. Pero lo que encarnan es invencible. Han dicho "no", "no" a la fatalidad, "no" a la sumisión, "no" al deshonor, "no" a lo que degrada a la persona humana, y ese "no" se seguirá oyendo mucho después de su muerte porque ese "no" es el grito eterno que la libertad humana opone a todo lo que amenaza esclavizarla.

Ese grito lo seguimos oyendo nosotros.

Ese grito yo quiero que en las escuelas se enseñe a nuestros hijos a escucharlo y a comprenderlo.

Si queremos hacer hombres y no niños grandes, tenemos el deber de transmitirles a nuestra vez esa idea del hombre que las generaciones pasadas nos han legado, y por la cual se han arrostrado tantos sacrificios.

Si he decidido hacer aquí mi primera conmemoración como Presidente de la República, en este lugar donde unos jóvenes franceses fueron asesinados porque no podían concebir que Francia renegase de toda su historia y todos sus valores,
si he decidido rendir homenaje en el primer día de mi mandato a esos jóvenes resistentes para quienes Francia contaba más que su partido o su iglesia,
si he querido que se leyera la carta tan conmovedora que Guy Môquet escribió a sus padres la víspera de ser fusilado,
es porque creo que es esencial explicar a nuestros hijos lo que es un joven francés, y mostrarles, a través del sacrificio de algunos de esos héroes anónimos de los que no hablan los libros de historia, lo que es la grandeza de un hombre que se entrega a una causa mayor que él.

Quiero con este gesto que nuestros hijos calibren el horror de la guerra y a qué bárbara extremidad puede conducir a los pueblos más civilizados.

Recordad, hijos de Francia, que hombres admirables han conquistado con su sacrificio la libertad que disfrutáis.

Pero recordad también que la guerra es terrible y es criminal.

Ojalá fuéramos capaces de dejaros un mundo del que el riesgo de ver triunfar a esa barbarie hubiera desaparecido.

Que el recuerdo del gran crimen que conmemoramos hoy os empuje a trabajar por la paz entre los hombres.

Que os haga comprender que para poner fin al ciclo eterno del resentimiento y la venganza ha habido que construir Europa.

Que os haga comprender por qué la reconciliación franco-alemana fue una especie de milagro, y porque nada debe llevar jamás a sacrificar la amistad que al cabo de tantas pruebas une ahora al pueblo francés y el pueblo alemán.

Hijos de Francia, estad orgullosos de vuestros mayores, que os han dado tanto, y estad orgullosos de Francia, en cuyo nombre han muerto.

Amad a Francia como ellos la amaron, sin odiar a los demás.

Amad a Francia porque es vuestro país y no tenéis otro.

¡Viva la República!

¡Viva Francia!


Quizá sobra todo comentario, salvo el muy obvio de que nos contentaríamos con que cosas tan obvias se pudieran seguir diciendo y pidiendo, hoy y mañana, también aquí, donde hace menos de treinta años nos hicimos la ilusión de poder ser, ¡por fin!, simplemente así, como los franceses, por ejemplo.

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4 Comments:

At 2:33 p. m., Blogger Toni Ribes said...

LO que sería fundamental para España es que Rajoy tras estas elecciones saliera con un nuevo discurso. Un discurso ya no de crítica al gobierno sino un discurso de Estado como el de Sarkozy, de principios, de justicia, de moral, de orgullo español. Muchos millones lo estamos esperando al margen de los asuntos de gobierno.
Vota Rajoyzy!

 
At 5:38 p. m., Blogger Martinito said...

Sí, estamos de acuerdo, y seguramente somos muchos. Pero no está nada claro que Rajoy pueda cambiar. Es capaz de hacer discursos de Estado en el Congreso, pero en la calle y ante los medios recae en el discurso mezquino de "lo que de veras preocupa a los españoles", soniquete que ya fue un grave error en la campaña de 2004 y a estas alturas resulta ofensivo. Antes que la subida de la hipoteca están la verdad y la libertad, o al menos hay que dirigirse a los ciudadanos que tienen la lucidez o la generosidad suficientes para pensar así.
En fin, no desesperemos, y gracias por el comentario.

 
At 10:07 p. m., Blogger El Cerrajero said...

Hay una impresionante base social, desde el centro hasta la derecha, que demostramos todos los días que estamos aquí y que valemos nuestro peso en oro.

Y tenemos las ideas muy claras y los co*ones bien puestos.

Y si el PP no se entera...

 
At 2:26 a. m., Blogger Marga said...

Pues creo que debería enterarse más porque...¡hay que ver la distancia entre nuestros líderes del PP y el Presidente francés!
Y pienso que pueden ser tan eficaces en el gobierno como el que más, pero les falta una buena dosis de empuje,confianza en sí mismos y autocontrol. Con estos elementos añadidos no habría quien les parara.

Cordialmente.

 

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