2006/10/06

Hoy Redeker, mañana cualquiera

La última ofensa ya no son las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona, sino un artículo del francés Robert Redeker en Le Figaro. Al final de esta entrada damos el texto de la declaración suscrita por un grupo de ciudadanos franceses en apoyo del filósofo, nueva víctima de la ofensiva islamista contra la libertad. Pero antes nos parece oportuno recuperar otro artículo de Redeker, que hace ahora tres años definió con notable precisión la razón de ser y la intención perversa del neologismo “islamofobia”. Si lo hubieran leído y asimilado, muchos ingenuos no habrían caído en el funesto error de dar por válida esa etiqueta y desmarcarse de ella, en lugar de llevar adelante sus convicciones con un sencillo “¿Islamofobia? A mucha honra”.


La islamofobia, el arma de los islamistas contra la laicidad
Robert Redeker

Un neologismo acaba de hacerse sitio con estrépito en nuestra escena política: “islamofobia”. Esta palabra, fonéticamente próxima a “xenofobia”, está destinada a dar miedo -evocando, de manera subliminal, el odio, las persecuciones, las discriminaciones- tanto como a culpabilizar. Algunos querrían verla convertida en sinónimo de “racismo” y simétrica de “antisemitismo”, dos monstruos que sólo duermen con un ojo abierto. Pero ¿es compatible su empleo con la doble exigencia republicana de salvaguardar la laicidad y combatir el racismo? ¿Acaso no engendra amalgamas de resultados ruinosos para la República, sus valores y su legado?

La investigación sobre sus orígenes y su historia llevada a cabo por Caroline Fourest y Fiammetta Verner en su libro Tirs croisés (1) reserva sorpresas, porque pone al descubierto las intenciones de quienes la crearon. No es inocente que el vocablo “islamofobia” haya sido acuñado inicialmente (en los años setenta) por islamistas radicales que atacaban a las feministas. La guerra contra las mujeres es la cuna de este término; así, Kate Millett, célebre militante del movimiento de emancipación de la mujer, fue violentamente insultada y seguidamente tachada de islamófoba por haber incitado a las iraníes a negarse a llevar el velo.

De nuevo es en torno a la cuestión del apartheid de las mujeres -velo en la escuela, en las instituciones, en la calle, autosegregación en las piscinas- como se concentra la crispación, y la acusación de islamofobia amenaza a todo el que se alce contra el intento de oficializar ese apartheid. En los años noventa el término “islamofobia” fue difundido más ampliamente por los islamistas londinenses en el marco de las campañas anti-Rushdie. El escritor y los defensores de la libertad de pensar y publicar se encontraron acusados de islamofobia a la vez que amenazados de muerte.

El concepto de “islamofobia” es originalmente un arma forjada por los islamistas con el fin de imponer su visión totalitaria del mundo. Hunde sus raíces en el más sórdido oscurantismo. En principio, pues, “islamofobia” fue una palabra de combate; y a nadie hay que recordar la fórmula del poeta revolucionario Maiakovski, “las palabras son balas”. Al utilizarla ingenuamente, amigos sinceros de la libertad se colocan en el terreno de sus adversarios. ¿Es posible, como desean los islamistas, identificar la islamofobia con un racismo y hacerla equivalente al antisemitismo?

La amalgama de islamofobia y racismo está destinada a volverse contra toda crítica de la religión, tan importante en nuestra cultura desde Bayle y Voltaire, tan importante también en la elaboración de la idea republicana.

¿Es “racista” rechazar las imposiciones que se practican, desde Mauritania hasta el Pakistán, en nombre del islam? ¿Rechazar la sharía, las lapidaciones, las mutilaciones, la esclavitud (todavía muy viva en sociedades musulmanas), la criminalización de la homosexualidad, el estatuto inferior de las mujeres, etcétera?
¿Es racista recordar que en ningún país musulmán están vigentes ni los derechos del hombre ni la democracia?
¿Es racista calcular que cientos de millones de seres humanos viven cada día bajo el yugo impuesto por esa religión?
¿Es racista inquietarse por las exigencias, en nuestra sociedad, de una religión que está tan lejos de demostrar su capacidad de interiorizar los valores emanados de la Ilustración?
¿Es racista preguntarse si es posible un islam de rostro humano, como en otro tiempo se preguntó si era posible un socialismo de rostro humano?

Si el racismo (por ejemplo, la arabofobia) es absolutamente condenable, el combate contra las intromisiones de lo religioso en la vida cívica, combate del que emanaron los valores republicanos, no lo es en modo alguno. El islam es una religión -un conjunto de ideas, de mitos, de supersticiones y de ritos-, no una “raza” (suponiendo que esta palabra tenga algún sentido) ni una etnia. Hay musulmanes de todos los tipos humanos; esta religión, análogamente al cristianismo, aspira a la universalidad. Siendo una religión, el islam es también una ideología, como el comunismo y el liberalismo. ¿Habrá que condenar el antiliberalismo o el anticomunismo, el rechazo de sus ideologías y de la organización del mundo que implican, como si se tratara de racismo? La actitud a la que se acusa de islamofobia no es racismo, en tanto en cuanto, lejos de ser odio a tal o cual pueblo, es el rechazo vehemente de lo que algunos predican y quieren imponer en nombre del islam. Es el rechazo de los aspectos arcaicos e incompatibles con los valores republicanos que vehicula cierta interpretación del islam.

El antisemitismo, por su parte, no estigmatiza a una religión sino a un pueblo. Ahora bien, no existe un pueblo musulmán como existe un pueblo judío; por lo tanto, poner en paralelo la islamofobia con el antisemitismo es abusivo. El islam es un atributo accidental, aplicable -por el hecho de su proselitismo- a cualquier ser humano, sean cuales sean su etnia y el color de su piel. Por el contrario, “judío” designa a un único pueblo, debido a su ausencia de proselitismo. Lejos de ser el simple combate contra una religión, el antisemitismo es el odio inmotivado e inextinguible contra cierto pueblo, el pueblo judío. Podrían los judíos ser ateos o cambiar de religión, y el antisemitismo persistiría. Si bien hay judíos ateos (porque la palabra “judío” enuncia la pertenencia a un pueblo, al margen de las ideas que tengan los así clasificados), la expresión “musulmán ateo” resulta absurda (porque ser musulmán significa profesar una creencia).

Los islamistas ven, en la batalla del vocabulario, una apuesta importante. El término “islamofobia” esconde la trampa tendida a las instituciones laicas por los integristas musulmanes para impedir la crítica de la religión, a la vez que se somete a segmentos de la existencia social (especialmente la de las mujeres) a un control totalitario. Perder la batalla semántica, utilizando el vocabulario puesto en circulación por los islamistas como si tal cosa, es desastroso. La palabra “islamofobia” remite falsamente de la defensa de la libertad y de la laicidad a la intolerancia y al odio. Consigue forzar a los valores republicanos a ponerse a la defensiva: ahora son ellos los que, apurados por la sofistería de un juego de manos lexical, se ven acusados de intolerancia y de integrismo. La prestidigitación de esa palabra consiste en darle la vuelta a la realidad, colocando al oscurantismo en la posición de víctima y a la laicidad en la de agresor. La laicidad debe mantener la palabra “islamofobia” fuera del radio de los debates, a la vez que persigue el racismo, y en particular la arabofobia.

(1) Tirs croisés: la laïcité à l’épreuve des integrismes juif, chrétien et musulman. París, 2003.

© R. Redeker et La Dépêche du Midi

Hasta aquí el artículo que Robert Redeker publicó en La Dépêche du Midi el 21 de octubre de 2003, y cuyo original puede leerse aquí o aquí. Se verá que sus argumentos son en buena medida los mismos que ya hemos expuesto varias veces en este blog, como es natural tratándose de algo en lo que el sentido común sólo puede acallado por el miedo.

Pero a Redeker le llegó el castigo tras atreverse a dar su opinión sobre Mahoma en Le Figaro. El pasado 2 de octubre Le Monde publicó la declaración siguiente:


Llamamiento a favor de Robert Redeker

Robert Redeker enseñaba filosofía en un liceo de la región de Toulouse. En Le Figaro del 19 de septiembre firmó un artículo de opinión titulado: “Frente a las intimidaciones islamistas, ¿qué debe hacer el mundo libre?”. Acusado de haber “ofendido al Profeta”, Robert Redeker está desde entonces amenazado de muerte. Como Salman Rushdie, perseguido durante quince años por todo el planeta. Como Theo van Gogh, abatido como un perro el 2 de noviembre de 2004 en una calle de Amsterdam.

Las amenazas de muerte contra Robert Redeker, muy precisas y emanadas de organizaciones de la órbita de al-Qaeda, han sido autentificadas por la policía francesa y la DST. En sus sitios de Internet, las amenazas contra Robert Redeker incitan abiertamente a seguir el ejemplo del asesino de Theo van Gogh.

Desde la publicación de su artículo la vida de Robert Redeker es una pesadilla. Así la describe en carta a un amigo: “Ya no tengo derecho a habitar en mi casa (en los sitios que me condenan a muerte hay un plano que indica cómo venir a mi casa para matarme, está mi foto, fotos de los lugares donde trabajo, números de teléfono y el acta de condena). Pero al mismo tiempo nadie me da asilo, me veo obligado a mendigar, dos noches aquí, dos noches allá... Estoy bajo protección policial permanente. Tengo que anular todas las conferencias previstas. Y las autoridades me obligan a mudarme. Soy un sin techo. Se sigue una situación financiera demencial, con todos los gastos a mi cargo, incluidos los eventuales de un alquiler de un mes o dos lejos de aquí, dos mudanzas, gastos de notario, etc. Es muy triste. He ejercido un derecho constitucional, y se me castiga en el propio territorio de la República”.

Cualquiera que sea el contenido del artículo de Robert Redeker, estamos ante un ataque extremadamente violento contra la soberanía nacional. Se formula una amenaza de asesinato en nuestro territorio con toda impunidad, y eso es absolutamente inadmisible.

Un puñado de fanáticos agita en este momento pretendidas leyes religiosas para poner en cuestión, en nuestro país, nuestras libertades más fundamentales. Esta amenaza se añade a los murmullos que se pueden oír aquí y en toda Europa sobre las “provocaciones” que a partir de ahora habría que evitar para no herir supuestas sensibilidades extranjeras.

Se desaconseja usar minibikini en Paris-Plages, lo mismo que escuchar a Mozart en Berlín o al papa en Ratisbona. Esos murmullos están dictados por el miedo, y no los admitimos. Como tampoco admitimos las primeras declaraciones del SNES, sindicato de docentes que pretende negar su solidaridad a un profesor hoy amenazado en su vida misma.

Los tiempos vuelven a ser duros en Europa. No es la hora de la cobardía. Por eso hacemos un llamamiento solemne a los poderes públicos no sólo para que sigan protegiendo como ya lo hacen a Robert Redeker y los suyos, sino también para que, mediante un gesto político fuerte, se comprometan a mantener sus recursos materiales mientras se encuentre en peligro, como no han vacilado en hacer las autoridades inglesas a lo largo de toda la duración del caso Rushdie.

Apelamos también a los representantes de todas las religiones, y de modo especial a los musulmanes, para que coloquen bajo su protección a Robert Redeker, como deben hacerlo con toda persona amenazada en su vida.

Alexandre Adler, Laure Adler, Elisabeth Badinter, Pascal Bruckner, Michel Deguy, Raphaël Draï, Roger-Pol Droit, Elisabeth de Fontenay, Alain Finkielkraut, François George, André Glucksmann, Romain Goupil, André Grjebine, Claude Lanzmann y el comité de redacción de la revista “Les Temps modernes”, Corinne Lepage, Bernard-Henri Lévy, Olivier Rolin, Elisabeth Roudinesco, Guy Sorman, Pierre-André Taguieff, Michel Taubmann y la redacción de la revista “Le Meilleur des mondes”, Philippe Val, Marc Weitzmann.

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1 Comments:

At 5:46 p. m., Blogger MONMAR said...

Hola Martinito.
Después de unos días totalmente desconectada de Internet, creo que mas o menos ya me he puesto al día en cuanto a novedades, muy interesante el artículo de Robert Redeker, cortó pero transparente, vale la pena añadirlo para deleite de los lectores.

Hay un medio llamado “Iniciativa Habitable” que de momento me inspira una (relativa)
confianza para apoyar sus propuestas en cuanto al tema de la inmigración, yo personalmente te invito a que des un vistazo a us pagina Web, y si te convence me gustaría que participaras en el forum, un medio que nos permite informar y abrir los ojos a mas de uno para que sepan que es el Islam, lo que nos jugamos y sobre todo que no se dejen engañar.
Te comento que no tengo nada que ver con “Iniciativa Habitable” solo ofrezco mi colaboración convencida que vale la pena, y preparada por si llega el caso para decepcionarme.
Un saludo.
Monmar

http://www.madridhabitable.org/digital/modules.php?name=Forums&file=index&sid=a9fe93fdeca3294cdf9eb0079d969cd7

 

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