2006/11/23

A la paz de Alá, señores

[...] Ante nuestros ojos emerge un inmenso triángulo geopolítico. Es el Triángulo de Hobbes, donde reina la guerra de todos contra todos. Sus vértices se encuentran en el punto donde Siria se encuentra sobre el Mediterráneo con Turquía, donde Somalia se encuentra sobre el Índico con Kenia y donde Pakistán se encuentra en Asia Central con Tayikistán y China. Sus lados miden 3.000, 4.700 y 5.500 kilómetros, aproximadamente.
Sus guerras son las siguientes: el ejército islamista de Somalia contra el Gobierno reconocido del país; la guerra de Hamás contra Israel y contra otros palestinos; la de Hezbolá contra Israel; la de Irak, con sus multifacéticos frentes sunnita-chiita, chiita-anticoalición, sunnita-anticoalición; la de los talibán contra el Gobierno legal de Afganistán; la de los rebeldes pastunes contra el Gobierno legítimo de Pakistán.
Nos dejamos en la periferia del Triángulo la guerra del Gobierno de Sudán contra su provincia de Darfur, la de los paquistaníes contra Cachemira, la de Etiopía contra los islamistas de Somalia y la de Eritrea en apoyo de los islamistas de Somalia. Seguro que se nos ha olvidado alguna.
En medio del Triángulo bracean los ayatolás de Irán y los suicidas de Al Qaeda intentando encarnar el Leviatán que impondrá a todos el orden, por el terror de las bombas o por el miedo al terror nuclear.
[...]
Son ya 50, 60 años de aguaceros; primero se pensó que era sólo el de la creación del Estado de Israel y sus guerras contra árabes y palestinos (1948, 1956, 1967, 1973); luego vinieron la guerra civil de Irán (1979) y su secuela libanesa (1980), simultánea con la de Afganistán contra la Unión Soviética, seguida de la Irak contra Irán en los 80, la de Irak contra Kuwait (1990), la de Somalia 1993, la de Al Qaeda contra Occidente en los 90 y su Pearl Harbour (2001); la Estados Unidos contra el Afganistán de los talibanes ese mismo año, la de la coalición internacional contra Sadam en 2003, la civil de Somalia en 2005, la civil de Irak en 2006, la de Hezbolá contra Israel en 2006, la enésima intifada de los palestinos de Gaza en 2006; el anuncio de guerra nuclear de Irán contra Israel en 2006…
Para qué seguir. [...]
Los aciertos y errores de la Administración Bush y de Rumsfeld en Irak son los aciertos y errores de una simple batalla de una larga guerra. Es difícil definir, elegir e imponer una estrategia cuando no hay acuerdo sobre la naturaleza, origen y profundidad de la guerra, no se contempla el escenario de la guerra como un solo y definido espacio geopolítico lleno de sutiles interconexiones, difíciles de detectar y comprender, y no se sabe qué fuerzas están disponibles para alistarse y seguirla. En cuanto a España, ya sabemos que no se alista, y que sigue el consejo dado por Felipe González en su último artículo (El País, 7 de noviembre): "Buscar la respuesta en la salida de Irak".


Antonio Sánchez-Gijón, El Triángulo de Hobbes, entero aquí.


[...] Irán y Siria consideraron llegado el momento de recuperar el control del Líbano. Una vez más utilizaron a Hezbolá para desestabilizar el proceso democrático en marcha. La provocación a Israel no fue más que un instrumento para romper el guión establecido por las grandes potencias democráticas, en conjunción con las fuerzas moderadas. Los chiítas, excluidos del acuerdo por su alianza con Siria e Irán, provocaron la guerra con Israel y, a un precio elevadísimo, lograron su objetivo. Demostraron al Islam que las Fuerzas Armadas israelíes no podían acabar con su existencia y que, aun en el peor de los momentos, eran capaces de seguir lanzando misiles contra su vecino del sur. Nasrallah, convertido en un Nasser islamista, proclamó la victoria y comunicó al Líbano que el gobierno de Siniora tocaba a su fin. Era "ilegítimo" porque debía su existencia a la injerencia de las potencias occidentales. En otras palabras, no habría paz mientras cristianos y sunitas no aceptaran la hegemonía siria y el control de las milicias chiítas teledirigidas desde Teherán.
El asesinato de Pierre Gemayel, nieto del fundador del principal partido cristiano, hijo y sobrino de presidentes de la República, representante de la más poderosa y significada familia cristiana, estaba anunciado, como lo estuvo el del principal líder del sunismo, Hariri. Irán y Siria se sienten fuertes y no van a cesar hasta trasformar el Líbano y Palestina en enclaves islamistas. Para ellos la guerra civil es una opción perfectamente aceptable, entre otras cosas porque saben que para nosotros ese escenario es inasumible, que ningún político se embarcaría en situaciones tan complejas. Mientras Irán siga comprobando que la violación del régimen de no-proliferación nuclear, el apoyo a Hezbolá y la desestabilización de Irak le sale gratis, continuará adelante poniendo patas arriba Oriente Medio. Mientras Siria pueda seguir dando facilidades a los violentos en Irak y en Líbano sin coste alguno, continuará apoyando los designios de Teherán.
Gemayel no será el último político moderado asesinado en Líbano. Otras ejecuciones están por llegar hasta desestabilizar este pobre país, que caerá definitivamente en manos de Siria si Occidente no actúa pronto y con decisión.


GEES, Líbano. Un asesinato anunciado, entero aquí.


[...] Y en Ankara, 100,000 turcos despedían a Bülent Ecevit, el líder socialdemócrata fallecido a los 81 años. Un gigante. Cinco veces primer ministro, el único gran estadista turco sin familia millonaria. El día que caía en coma aún pedía a los turcos resistencia contra el islamismo que veía avanzar, decía, tras la sonrisa de Erdogan. El tándem sonriente del turco y el leonés no debe ser casualidad. En la última entrevista, este gran estadista turco pidió a sus compatriotas, como siempre, coraje y resistencia por la libertad y la dignidad, bienes supremos que excluyen la paz a toda costa. El presidente del Gobierno español debía de saber quién era porque no lo mencionó. No importa. No habría acudido a un mitin como el de Estambul bajo el paraguas agradecido de Kofi Annan. Rodeado de representantes directos o indirectos de regímenes totalitarios y con el responsable de la involución democrática turca, en el que Rodríguez Zapatero habló de paz y paz y mucha paz, pero nunca de libertad. Esa paz la hay en Damasco, en Teherán y en Rabat. Y en Azkoitia. Pero esa paz la despreciaba Ecevit. Como Kreisky y Brandt. Por ser mentira.

Hermann Tertsch, Un recuerdo para Ecevit, entero aquí.

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