2007/04/28

En la red y en español: un historiador define la guerra santa

El historiador es el medievalista chileno José Marín Riveros, de cuyos escritos sobre Bizancio puede leerse en la red La caída de Constantinopla (2003). Queremos señalar hoy otros dos estudios suyos de gran utilidad e igualmente accesibles en Internet. El primero, titulado Islam, guerra y jihad, resume el origen y fundamentos del islam antes de describir el sentido doctrinal de la yihad o "guerra santa" musulmana: se encuentra, en formato pdf, aquí. El segundo, Las Cruzadas como guerra santa, se puede descargar en el mismo formato aquí, y esclarece admirablemente una cuestión que hoy sólo tendría un interés erudito si el mundo musulmán hubiera pasado página desde el siglo XII. Pero claro está que no ha sido así, como explica el propio Marín:

Para el caso islámico, la vigencia de estos problemas es notable. El escritor egipcio Sayyid Qutb, un musulmán radical, veía el imperalismo occidental sólo como una máscara, tras la cual está oculto el espíritu de Cruzada (!), según muchos musulmanes vivo aun hoy dentro de la estrategia de las potencias occidentales hacia los países islámicos. Un teólogo argelino, Abu Jara Sultani Ahfadh Muhammad, escribió que la victoria de los argelinos sobre Francia en 1961, fue una segunda victoria del Islam contra la Cruzada (de los francos), homologándose la hazaña a la victoria de Saladino sobre Jerusalén en 1187.

Ni que decir tiene que los ejemplos siguen aumentando día tras día, con cada nueva proclama, bravata o amenaza islamista, como bien sabe cualquiera que lea los periódicos. Tema importante, pues, el de estos dos ensayos, anticipo de lo que Marín ha completado en su libro Cruzada, guerra santa y yihad (Valparaíso, 2005).

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2007/04/08

¡Feliz Pascua de 2007!




Tú eres el puerto tranquilo de los zarandeados por las olas,
Tú das la esperanza a los que desesperan;
Tú eres la salud de los enfermos,
el sustento de los desvalidos,
la guía de los ciegos;
Tú te apiadas de los amenazados por el castigo;
Tú eres el apoyo de los extenuados,
la claridad en las tinieblas.


De la oración atribuida a Severo de Tracia, mártir hacia el año 304.


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